De mentes rotas…

septiembre 26, 2011

Siempre que escribo algo más aquí, es porque sin duda alguna será una queja, un lamento, un llanto o un sufrir; no se trata de que la vida me gire en eso, no se trata de que todos me tachen de emo, gruñón, amargado, fatalista, pesimista y toda cuanta palabra les venga en mente sobre el tema.

No se trata de comprender que a pesar de todo, podría ser peor; no se trata de entender que incluso en todo siempre existe alguien dispuesto a ayudar y que no esperabas eso.

Ya no se trata de una queja si no de una expresión, la vida da giros brutales, uno espera una cosa y le dan otra; uno espera un día soleado y aparece un día lluvioso.

Eso se podría aprovechar, se podría decir, como tachan los optimistas, que solo es cuestión de encontrarle su lado bueno; no negare que un día soleado se disfruta de una manera, mientras que la lluvia se siente de otra muy distinta.

Se trata de que escriba un sinfín de sinsentidos, acompañado de un tema que me recuerda aquello que pudo haber sido y no fue, aquello que ocurrió y no esperaba, aquello que viví y deseaba, aquello que fue aunque no fuera.

No quiero olvidar nada, pero tampoco quiero recordar esos momentos muy marcados que valen la pena; esas cosas que me invitan a pensar un sinfín de ideas.

No miro el mundo pesimistamente (si es que existe tal palabra), no me estoy tirando a una espiral de derrota y lamentación, de mediocridad y resentimiento.

Entro a un espacio, tiempo, o como fuese llamado, de indiferencia.

No se trata de quejarme por lo que no tengo, ni de apreciar lo que poseo; no es llorar por lo que jamás obtuve ni reír por lo que tal vez tenga.

Estas sin ideas son base de esta noche, donde me acompañan melodías de sucesos no realizados, de besos no concluidos, de historias terminadas, de sueños no realizados.

Comprendo entonces la simpleza de muchas cosas, de muchos términos, de muchos momentos, de muchos instantes.

No es sino hasta que comprendes la vacuidad de la vida, que uno añora el estar sentado contemplando un atardecer, las miradas cómplices de una travesura, los olores de una mañana, los sonidos de una noche.

No, no intento ser poético, simplemente es lo que en este instante creo.

Mi cabeza me explota, mis ideas me carcomen y el tiempo me devora.

Las trivialidades me han vencido, muchos se burlarían de los hechos y me tacharían por mi idiotez, me quede como el pescador que ve venir una tormenta en el mar y lo único que hace es esperar que se desvié antes de llegar a su barcaza.

No puedo culpar a nadie más que mi propia ineptitud, pero a pesar de todo, y sonando endiabladamente rencoroso con el mundo, las situaciones hacen que el vivir deje de ser parte de la idea.

Alguien me dijo que se debe vivir, y no simplemente vivir por vivir, pero hay ocasiones donde se llega a un punto donde el significado o el camino que se venía siguiendo, o buscando, simplemente desaparece o le es arrebatado.

Toda persona se guía por un camino, algunos ingenuos le llaman destino, no quieren correr el riesgo de tomar decisiones, otros simplemente le llaman sueños.

Algunos lo saben desde el inicio de sus días otros lo van modificando en el día a día, y unos más lo buscan con la ingenua esperanza de encontrarlo.

Sin embargo existen, aquellos que tienen todo y nada, aquellos que disfrutan de privilegios que los demás no, pueden ser tales como la familia, los amigos, el lugar, la oportunidad.

Más no siempre tienen el coraje o la decisión, mas no siempre tienen la convicción, mas no siempre tienen, justamente, esa oportunidad.

La vida tiene tragedias y dramas; las tragedias son las irresolubles, los dramas sin embargo solo son anecdóticos.

Pero son esas anécdotas las que le dan el sentido a los contextos, la razón de los momentos y la indescriptibilidad (y dale con las palabras que no existen) a los instantes.

Las tragedias se sobrellevan, los dramas envenenan; son las mismas reglas que se impone el hombre, aquellas que intentan hacer su vida mejor, aquellas que intenta obedecer o romper, las que lo destruyen.

Pero no destruyen al hombre per se, destruyen su ideología, sus creencias, sus acciones, sus metas, sus sueños….su esencia

Busco instantes en el día a día, me detengo buscando la sombra de un árbol y el movimiento de una nube, el mundo me lo impide.

Todos llegan al punto de no retorno, donde una mera trivialidad los hace trastabillar hasta el fondo, donde se derrumban ideales, muy a pesar de que las manos aparezcan y la esperanza salga.

Porque no es como ya eh dicho una queja, no es un lamento de un solo hecho.

No es la furia y la rabia hacia algo, no es la frustración como reacción a un impedimento, no es la desorientación hacia el mundo.

Es la búsqueda de ese algo, algo que puede ser un hecho, una meta, un momento….una mirada, un beso, un sonido, una palabra, un nombre.

Un mero y simple sueño.